Es increíble como, a veces, somos completamente indiferentes a lo que nos rodea, a aquello que tenemos más cerca.
Hoy, decidí hacer una pausa en la transcripción de las entrevistas para mi tesis y me fui a dar un paseo. Tenía que ser rápido, así que solo fui hasta la esquina de mi calle y volví. Sin embargo, puedo decir que observando detenidamente mi calle, me di cuenta que en ella encuentro todo lo que me gusta de vivir en París.
Esta tarde, más tranquilo, me fui con cámara en mano para retratar un poco de ma rue.
París, una ciudad a talla humana.
La París que conoces hoy no es una ciudad antigua ni siquiera medieval. La París de hoy es el resultado de los grands travaux del barón Haussmann, cuando gran parte de la insalubre y oscura París medieval fue demolida para hacer lugar a una nueva ciudad, llena de grandes bulevares, de plazas y de los típicos edificios grises de 6 a 7 pisos que llenan las postales.
Mi calle, la Rue Claude Decaen empieza en la Plaza Daumesnil - Felix Eboué.
El barón Hausmann además de crear plazas y bulevares, también ideó uno de las principales cosas que hacen que París sea París.
En el edificio Hausmannien, el primero está reservado a comercios. Es así que en París, todo queda a dos pasos. Desde los esenciales como la panadería o la carnicería hasta el banco, el médico e incluso el constructor de cavas.
Sólo en la pequeña Rue Claude Decaen hay tres peluquerías, una panadería, una chocolatería, una floristería, tres ópticas, una farmacia, una ferretería, un minimarket, un Picard (una tienda de congelados que es la razón por la que los estudiantes en París no nos morimos de hambre), un cavista (aunque mi reserva de vinos aún no da para eso), mi banco y mi doctora, sí, mi doctora, así que si algún día me siento mal pues sé que no tendré que ir muy lejos.
París: Ciudad Histórica
Debo hacer una mención especial a la Parroquia del Santo Espíritu, cuyo título de parroquia le queda francamente pequeño. La iglesia fue construida para la Exposición Colonial de 1931, cuenta con un cúpula inspirada en la basílica de Santa Sofía de Estambul (la cúpula mide 22 metros de diámetro por 33 metros de alto). Es una lástima que se encuentra apretujada entre los edificios que la rodean.
Nuestro paseo tiene otra parada con la historia. Se trata de una de las placas en conmemoración a las victimas del holocausto y las flores que pone semana a semana la Mairie de París. Recuerdo que la primera vez que leí la placa y los nombres me quedé un poco de piedra, hasta ese momento la Segunda Guerra Mundial había estado solamente en los libros.
París, cosmopolita. París, la ciudad-mundo
La rue Claude Decaen es entonces una humilde calle que parte de la Plaza Daumesnil, sin embargo, sólo caminándola, podemos dar casi una vuelta al mundo.
Desde la esquina Daumesnil - Claude Decaen encontramos cocinas de cuatro continentes.
El primero es el muy llamativo café Au Métro, cocina francesa, el cual solamente visité una vez porque el pescado le cayó mal a uno de mis amigos. Desde ese momento lo tachamos de la lista.
Seguimos bajando la calle y nos encontramos con el Piccola Italia, restaurante italiano. Hacemos otros metros (hablo de unidades de medida, no de estaciones de metro) y nos encontramos una tienda de especialidades indias, donde te das cuenta que les gusta la yuca, el arroz y el plátano tanto como a los colombianos.
La siguiente parada es una tienda de productos directamente importados de Camerún, regentada por un francés con una cara de parisino que no puede con ella pero que para justificar su nicho de mercado nos cuenta que su esposa es del oeste de África.
Más abajo en la Calle encontramos un restaurante japonés, uno chino y un buffet indio.
Si quieres comer barato (muy barato) en París, los traiteurs chinois son una alternativa ¿buena? no sé, nunca los he probado.
Si preguntan dónde quedó la cocina de América Latina, pues me avisan, y les paso mi dirección.
