Mi viaje a Puebla ha sido de los más improvisados que he hecho, a decir verdad fue una loca idea sólo posible por la cercanía de la estación de autobuses de nuestro apartamento en Oaxaca. La idea surgió ya que una amiga se despedía y seguía de viaje a Guadalajara ya en nuestros últimos días de intercambio en México.
Así que a las 2 de la mañana cuando terminaba su fiesta de despedida, decidimos porqué no acompañarla hasta Puebla, la ciudad donde tomaría su autobús hasta Jalisco.
Llegamos a Puebla a las 8 de la mañana, teníamos hasta las 9 de la noche para visitar la ciudad, así sin plan ni nada, decidimos tomar un taxi hasta el Zócalo, el epicentro de las ciudades mexicanas. Ahí encontramos la Catedral de Puebla, una de las hermosas de América Latina, en ella se encuentran plasmados los estilos arquitectónicos más importantes de la América colonial.
La Catedral de Puebla es todo un museo de arte religioso, se pueden encontrar esculturas, pinturas y obras únicas de arte colonial en México. Uno de los lugares que más llama la atención por su ornamentación es el Altar de Reyes.
Después de la visita a la Catedral de Puebla decidimos caminar un poco por el centro histórico de la ciudad, Patrimonio de la Humanidad. En uno de sus restaurantes nos comimos unos buenos chilaquiles para pasar un poco la fiesta del día anterior. Una de las mejores razones para visitar Puebla es para degustar su variada y excelente comida, recomendados como no, el mole poblano, las chalupas y los chiles en nogada.
Una de las formas que encontramos para aprovechar un poco y hacernos una idea rápida de la ciudad fue comprar un boleto del Turibus de Puebla. Así en un par de hora recorreríamos mucho de la ciudad, aunque en realidad al final lo disfrutáramos solo de lejos. Aunque no es mi forma preferida de viajar, las condiciones lo hicieron indispensable.
La Puebla que vi, me sorprendió mucho, del centro histórico colonial donde habíamos llegado pasamos a una Puebla más moderna, con sorprendentes edificios y con toda una zona de bares y diversiones que me hacían pensar que debe contar con una de las mejores rumbas de México.
Verifique muchos comentarios de amigos que habían estado de intercambio ahí y que la ponen como una de las mejores ciudades para estudiar y vivir en México.
Después del rápido recorrido por Puebla, había algo que aunque lo habíamos buscado, no habíamos logrado encontrar en todo el día. Era el gigantesco custodio de la ciudad, el Popocatépetl, con sus metros de altura y su forma perfectamente cónica es uno de los símbolos de la ciudad.
Ese día a pesar de las nubes quiso salir un rato para despedirnos y quizás para decirnos que volvamos pronto, que Puebla bien vale unos días.