"El oro es el más exquisito de todos los elementos... Quien posee oro puede adquirir todo lo que necesite del mundo. En verdad, con oro puede usted lograr que su alma ingrese en el paraíso". Cristóbal Colón
América se presentó a los conquistadores como una sorpresa, aquellos que de ultramar salieron en busca de una nueva ruta para llegar a las Indias se encontraron con una masa de tierra en forma de tres triángulos, de la que nadie imaginaba su existencia, entonces se tejieron alrededor de esta tierra miles de misterios, se escribieron cientos de relatos y se imaginaron muchos cuentos. América termino convirtiéndose en una tierra de mitos y leyendas.
En esa América donde de pronto todo parecía tener cabida, los navegantes encontraron un nuevo lugar donde buscar la isla del oro del Rey Salomón, sin dar con ella. Sin embargo no perdieron esperanzas y decidieron buscarlo tierra adentro por el Amazonas y por los Andes, la búsqueda de “El Dorado” sería por varios siglos una quimera bajo la que sucumbirían conquistadores, aventureros, indígenas y esclavos.
Hace dos años en un viaje de fin de curso a la capital del país, tuve mi primera aproximación con esta leyenda, partimos del nuestro hostal en el centro de Bogotá por la vía a la Calera rumbo a Guatavita, un pequeño pueblo donde se encuentra la laguna del mismo nombre y donde los muiscas consagraban al Zipa (cacique) guía de la comunidad, en la ceremonia en la que se llevaba a cabo la consagración del Zipa, este era untado con una sustancia pegajosa y se le cubría de oro. Después, el sacerdote convoca a la diosa de las aguas y demás dioses protectores y el Zipa se sumergía por unos segundos, cuando salía se consideraba el nuevo cacique de los Muiscas. Esta leyenda atrajo la atención de Gonzalo Jiménez de Quesada, por lo que se iniciaron varias expediciones para intentar extraer el oro del fondo de la laguna.
En el recorrido hacia a la laguna, por un camino empinado que puede provocar vértigo a algunos y a una altura que dificulta un poco la respiración (sobre todo para mí, habituado a vivir al nivel de mar), el guía explicaba la cantidad de expediciones que se propusieron drenar la laguna de Guatavita y es que a pesar de lo complicado del terreno, la recompensa no era poca, según el biólogo alemán Alexander Von Humboldt calculando que si cada año, durante el siglo que duró la tradición, cuatro mil indios hubieran arrojado cinco pequeños objetos de oro en el lago, debería haber allí cuando menos unas cincuenta mil piezas. (1) Cifra que abriría los ojos de más de uno.
Al llegar a la cima de la montaña, la laguna aparecía minúscula, inmersa en un pequeño valle, no era lo que hasta ese entonces estaba en mi mente, era una miniatura de lo que me hubiera imaginado y pues no era de menos durante casi cuatro cientos años, hubo centenas de expediciones, la última a cargo de ingenieros británicos que tuvieron que desistir tras el estallido de la primera guerra mundial, que bajo distintos métodos intentaron vaciar la laguna y extraer el codiciado tesoros. Sin embargo nadie se pudo hacer con él y el costo en vidas tanto de conquistadores, ingenieros, indios y obreros sería el pago a la codicia del alma humana.
Hoy casi un siglo después de la última expedición y casi seguros de que la existencia del legendario Dorado solo fue una quimera producto de la fascinación y misterio con que los europeos miraban el nuevo continente. América Latina sigue sucumbiendo ante los proyectos de mentes codiciosas que se empeñan en buscarlo.
Durante las últimas semanas en Colombia se ha presentado un férreo debate entre la multinacional Greystar y la población civil, por la intención de construcción de una mina de oro (primero a cielo abierto y ahora subterránea) en el páramo de Santurbán ubicado en el departamento de Santander y cuya explotación significaría la destrucción de un ecosistema de páramo que brinda de agua a cientos de personas en el departamento. Por eso a propósito del Día Internacional del Agua celebrado esta semana, Colombia grita que su Dorado es el agua.
Firma la acción virtual NO MEGA MINERÍA y hazle saber a la Multinacional Greystar que no nos interesa su "oro".
¿Cómo llegar a la laguna de Guatavita?
En Transmilenio se va hasta a la estación del norte, desde donde se puede tomar una buseta a Guatavita (6000 COP / 3 US)
Costo de entrada al parque Laguna de Guatavita: Nacionales: 8800 COP (4.5 US) / Extranjeros: 13200 COP (7 US)
El horario de ingreso al Parque es:
• De martes a domingo de 9:00 a.m. a 4:00 p.m. (Semana normal)
• De miércoles a lunes de 9:00 a.m. a 4:00 p.m. (Semana con puente festivo)
Más info y recomendaciones: Parques de la CAR