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[Amazonas] El Árbol de la Abundancia


El mito representa la explicación que hace una cultura de su entorno, a través de hechos sobrenaturales tratan de comprender lo natural, en ellos se ve representada la idiosincrasia de un pueblo, es bastante útil para hacerse una idea del comportamiento de un grupo como sociedad más cuando solo tenemos unos días para compartir con ellos.

En mi estadía en el Amazonas pude percatarme como los indígenas hacían una mezcla de creencias ancestrales y de ritos cristianos, representación de la fusión de nuevo y viejo mundo que se ha dado en América, para Lucia, mi compañera  de viaje, una especia de contaminación (el cristianismo) que los alejaba de sus orígenes, para mí simplemente una de las consecuencias de los caprichos de la historia, porque al final terminamos siendo lo que a ella dispone, donde sus corrientes de agua nos arrastran.


Volviendo al tema del mito, no hay ninguno más importante en esta parte del Amazonas como el relato cosmogónico llamado Moniya Amena (Árbol de la Abundancia), por medio del cual los indígenas Ticunas tratan de dar un poco de sentido a su existencia, fijando un origen donde la arrogancia del hombre sobre el designio de los dioses y las fuerzas de la naturaleza dan nacimiento al río más largo y caudaloso del mundo.
 
El mito bien podría ser representante de la filosofía de Empédocles de Akragas, filósofo griego presocrático que planteaba el mundo simplificado en cuatro elementos naturales que se movían gracias a las fuerzas cósmicas del Odio, que separa los elementos y el Amor, la fuerza que los une. El primer instante del relato se fija precisamente en la historia de amor entre Monaya Tiriza, hija del cacique Monaya Jurama y Kuio Buinaima el dios de los frutos y las esencias, se trataba de la unión de una bella princesa  y de una escuálida lombriz que a pesar de su “insignificancia” era la encargada de abonar la tierra y dar alimento a los humanos.


Como toda historia de amor trascendental, ésta no podría estar eximida de obstáculos y prohibiciones. Es así como la reina se oponía fieramente a que la más bella princesa se uniera con un ser tan bajo como una lombriz, fue tal la ira de la soberana que bañó en agua caliente a Kuio Buinaima, derritiéndolo y extinguiendo con él, todos los frutos que brotaban de la tierra. Entonces la hambruna se cernió sobre la región, sólo la princesa Moniya Tiriza, siguiendo las indicaciones de su amado,  se alimentaba de yuca que recogía de las espumas de una quebrada. La misma donde nacería el hijo fruto de la unión de la princesa y la lombriz, un árbol de miles de frutos que crecía aceleradamente y que se llamaría Moniya Amena, o árbol de la abundancia. Éste árbol sería el encargado de salvar a la población de la inanición.

Ante la escasez de alimentos las gentes de todas partes vienen donde el cacique Monaya Jurama a pedirle provisiones, aprovecha la situación y se convierte en el hombre más poderoso de la región sin embargo la depredación de árbol de todos los frutos pronto se hace evidente y ya no es posible alcanzar ninguno de los frutos. Decidido a conservar su poder Monaya Jurama convoca a los mejores hombres para dar alcance a los frutos más altos, pero no lo logran, entonces hace un llamado a las bestias, quienes tampoco son capaces de cumplir la tarea.

Recomendada la visita al Museo del Hombre Amazónico en la Biblioteca del Banco de La República (Leticia)

Finalmente, el cacique decide a través de ritos y plantas contactar a Juziñamui, el Padre de la Violencia quien le indica donde vive Muinájema, el Dueño de los Herramientas, con el que negocia una hacha metálica, no si antes advertirle que al cortar el árbol lo haga caer sobre la tierra. El cacique malicioso, no sigue las instrucciones haciéndolo caer sobre el lado contrario.
Al cortarlos las astillas se convierten en los peces; sus frutos y semillas, en las selvas; sus ramas, en afluentes y su tronco en el Gran Amazonas, el Río Mar, el Río Árbol de los frutos y alimentos.