Leticia (Colombia) enmarcada por un arcoíris |
Mi último día en el Amazonas, quería por fin ir a hacer dosel en la Reserva Tanimboca pero la mañana comenzó con un aguacero bastante fuerte, así que asumí que tenía que volver en otra oportunidad a Leticia para poder subir a los árboles. Me la pase la mañana hablando con Lucia y Edier en la Terraza de la casa flotante, mirando ese río que me acompañó durante toda mi estadía en el Amazonas y que del completo misterio que me producía antes de partir se había convertido en parte de mi cotidianidad.
Sentado ahí podía observar tres países, Leticia en el frente, Tabatinga y sus puerto de grandes barcos, a mi diagonal y a la derecha, Santa Rosa y su gran letrero "Welcome to Perú", para un estudiante de Relaciones Internacionales, fácil pensar en tres países, tres sistemas de gobierno, tres normas jurídicas etc., pero para un viajero distraído: un solo lugar, un solo río, un solo hogar, para los más románticos y utópicos como debería ser, un solo país donde personas de diferentes culturas, valores y acentos pueden compartir todos los días, impresionante observar que en un espacio tan relativamente pequeño convivan personas tan diferentes y que con solo pasar de una calle a otra, escuches un idioma diferente al tuyo.
Sentado ahí podía observar tres países, Leticia en el frente, Tabatinga y sus puerto de grandes barcos, a mi diagonal y a la derecha, Santa Rosa y su gran letrero "Welcome to Perú", para un estudiante de Relaciones Internacionales, fácil pensar en tres países, tres sistemas de gobierno, tres normas jurídicas etc., pero para un viajero distraído: un solo lugar, un solo río, un solo hogar, para los más románticos y utópicos como debería ser, un solo país donde personas de diferentes culturas, valores y acentos pueden compartir todos los días, impresionante observar que en un espacio tan relativamente pequeño convivan personas tan diferentes y que con solo pasar de una calle a otra, escuches un idioma diferente al tuyo.
Mientras pensaba esto, Edier me hablaba de como una vez había recorrido Ecuador, Perú y Bolivia vendiendo rompecabezas de alambre con un presupuesto inicial de solo 6000 pesos y ahora contaba con un almacén de artesanías y dos hostales en Leticia. Edier junto a Lucia y Sebastián, los hippies, me mostraron un estilo de vida diferente, uno donde la oficina puede llegar a hacer cualquier parte y donde siempre se esta pensando en el siguiente destino, muy diferente al estilo de vida por veces artificial y comercial que nos venden como exitoso, el de las casas, apartamentos, yates, autos. Mis agradecimientos para ellos.
Puerto de Tabatinga (Brasil) desde "Hippilandia". |
Atardecer en Santa Rosa (Perú), también tomada desde "Hippilandia". |
Ya se acercaba la hora de mi vuelo, así que por última vez me paré en la terraza de la casa y llamé un peque peque, con tan mala suerte (o ya no se si buena jeje) de que comenzó a llover nuevamente y cuando me baje en el muelle de Leticia me resbalé, ya llevaba un morado de recuerdo. Espere en Hippilandia, la tienda de artesanías de Edier mientras escampaba, ahí aproveche para comprar los recuerdos que les llevaría a mis familiares, después tome un moto car rumbo al Aeropuerto.
Antes de irme y como para cerrar la parte de reflexiones de mi viaje, me encontré un amigo de Edier el cual hacia dibujos simétricos con ambas manos en el Aeropuerto mientras me hablaba de lo que ya había escuchado en Hippilandia, de cómo le iba viviendo fuera del sistema, de cómo las maquinas habían esclavizado al ser humano y cómo expresiones tan bellas del hombre como el arte, la música y las letras pasaban a no tener la importancia que deberían, finalmente me dio el dibujo y una gaviota, que había hecho con una lata, la contribución era voluntaria, como la estipulan los artistas porque si se cobra por la obra se pierde su esencia, además me acercó una libreta donde me pidió que le escribiera un mensaje, genial ver en esas paginas opiniones de gentes de los lugares tan distantes que ya había visitado este señor, del que lamento no recordar el nombre.
Era la 1.30 de la tarde y mi vuelo ya salía, dejaba Leticia no sin antes darme cuenta que había cumplido mi reto personal y recordar los versos de una canción de Pablo Milanés
"Cada paso anterior deja una huella
que lejos de borrarse se incorpora
a tu saco tan lleno de recuerdos
que cuando menos se imagina afloran"
Al fin y al cabo el objetivo de cada uno de mis siguientes viajes.