"Yo no sé de dónde soy, mi casa está en la frontera
y las fronteras se mueven, como las banderas"
Jorge Drexler, Frontera
Desde comienzos de año estaba decidido a no volver a pasar unas vacaciones sin salir de casa, la televisión y la computadora carcomen la mente y era hora de darle un respiro a mis neuronas, así que me propuse conseguir un trabajo y tratar de hacerme a un dinero para poder salir a algún lado, mi primer objetivo fue el Parque Tayrona, bastante cerca de mi querida Barranquilla pero a medida que pasaba el tiempo iba creciendo mi ambición en cuanto a llegar más lejos. Para Semana Santa tenía todo planeado además de Parque Tayrona, el presupuesto me daba para llegar aún más arriba, a la península de la Guajira.
Con todo listo y unas ansias grandes de partir llegó mi primer revés, por compromisos tanto laborales como de la universidad no me daba el tiempo para realizar ese recorrido además que mi madre estaba algo nerviosa ya que no aún no contaba con libreta militar y según ella habían muchas posibilidades que me reclutaran por esos lares (mitos urbanos que cuenta la gente), por lo que con toda la frustración del mundo tuve que aplazar el viaje.
Esa misma semana después de leer varios diarios de Viajeros.com (muy recomendable el sitio) encontré el que sería mi primer destino: Amazonas, el departamento más grande y menos poblado de mi país, además de ser la selva más grandes del planeta y lugar del río más largo del mundo, era un destino bastante exótico y alejado que sería mi primera prueba de supervivencia.
Tengo amigos que desde pequeños están acostumbrados a viajar en avión pero yo por cuestiones de la vida nunca lo había hecho, sin embargo puedo decir que a pesar de las reservas que tengo sobre los ingenieros y la ingeniería puedo decir que el vuelo fue realmente confortable, despegue y aterrizajes suaves, sin ningún contratiempo, vaya que me lo imaginaba más traumático.
Apenas llegué a Leticia llamé a Edier, un hippie bogotano que ha pasado la mayor parte de su vida vagando por el mundo (nómada desde los 13 años me contó) y quien me alojaría en su hostal "Hippilandia", ubicado en las tres fronteras (Colombia, Perú, Brasil), la base de operaciones desde la que exploraría esa selva de exuberante belleza y diversidad y lugar de muchas reflexiones que me llevo para la vida.